Muerto luce la sonrisa del acabamiento.
La ilusión de un anhelo griego
La ilusión de un anhelo griego
Fluye por las volutas de su toga.
Sus pies
Sus pies
Descalzos parecen decir:
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Cada niño muerto, enroscado en sí,
Una serpiente blanca, uno a cada lado de
Una serpiente blanca, uno a cada lado de
Su jarrita de leche, ya vacía.
Ella los ha plegado
Ella los ha plegado
De nuevo hacia su cuerpo, como se cierran
Los pétalos de una rosa cuando el jardín
Los pétalos de una rosa cuando el jardín
Se despereza y los aromas sangran
De las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche.
De las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse.
Está acostumbrada a ver este tipo de cosas,
Está acostumbrada a ver este tipo de cosas,
Oculta bajo su capuchón de hueso,
Arrastrando sus vestiduras crepitantes y negras.
Arrastrando sus vestiduras crepitantes y negras.
5 de febrero de 1963
Sylvia Plath. Poesía completa. Bartleby Editores. 2008. Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario